Relatos cortos de terror. Nº17 "La familia" · El libro más leido

Relatos cortos de terror. Nº17 "La familia"

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(0) 03/02/2016 11:33h

La familia.

El despertador sonó en la habitación de Lisa, la chica logro alcanzarlo de un solo golpe para silenciarlo. La noche anterior se habia quedado dormida rezando para no despertar jamás, pero el incesante repiqueteo del aparato la devolvió a la cruda realidad. Una vez más tendría que regresar al instituto.

—Lisa date prisa o llegaras tarde. —Grito su madre desde la cocina.

—Ya bajo— respondió esta desperezándose.

El día estaba nublado y había claras señales de que comenzaría a llover pronto. Lisa se calzo sus botas de agua y bajo a desayunar.

—Cariño— susurro su madre sin levantar la mirada del humeante café. —Creo que ha llegado el momento de que conozcas a Sam. Llevamos saliendo más de un año y pronto nos casaremos. —La mujer sorbió un trago y aprovecho para hacer una pausa en espera del consiguiente reproche de su hija.

—Está bien mama.—Apunto Lisa cabizbaja—Creo que ya has tomado la decisión y no sé qué esperas que yo te diga, sabes de sobra que no estoy preparada para formar una familia nueva, al contrario que tu, yo no he olvidado a papa. —Una lagrima resbalo por su rostro en forma de frustración. — Si él estuviera aquí, si no hubiera muerto. La vida no sería tan horrible.

— ¿Por qué dices eso? —Pregunto la madre extrañada. —Llevas una semana muy rara. Cuando llegas del instituto te encierras y no hablas, apenas comes, no duermes te escucho caminar de noche, no sé qué te ocurre. Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea.

Lisa se levanto de golpe y la silla se tambaleo tras ella.

—Déjame en paz ¿quieres?— Gritó enfadada. Después cogió su bolso y salió del domicilio dejando tras ella un millar de preguntas sin respuesta.

Cuando regresó a casa abrió con sumo cuidado la puerta de entrada esperando no encontrarse con su madre. Correría hacia su dormitorio y desaparecería bajo las sabanas de su cama ¿Por qué no sería transparente? ¿Por qué su madre no era capaz de entender lo que la ocurría? ¿Acaso las madres no están preparadas para entender cuando un hijo la necesita?
Hacía tres semanas que estaba siendo acosada en el instituto por un chico del curso superior. Al principio solo se trataba de gritos y mofas hacia su persona. Después llegaron los empujones y las zancadillas y, tan solo unas semanas atras habia ocurrido lo peor. Aquel día que Lisa entro en el baño del centro dejo de ser ella para convertirse en un ente sin ganas de vivir, aun sentía las asquerosas manos de su agresor tocándola, atravesando su juventud y desgarrando su inmaculada virginidad. Ese fue el día que froto su cuerpo durante horas para desgastar la sucia imagen de aquel momento. Definitivamente aquel muchacho la había enseñado a odiar.

Lisa subió los escalones en silencio, no podía creer la suerte que tenia, pero al abrir la puerta de su habitación allí se encontraba su madre, sentada sobre su cama, sosteniendo entre sus manos un vestido de color rojo que hacia un extraño contraste con una sonrisa forzada.

—Mira lo que te he comprado cariño, estarás preciosa esta noche con el. —Sentencio la mujer.

— ¿Esta noche?—apuntó la chica. — ¿Qué pasa esta noche mama?—respondió alterada.

—Veras cielo, esta noche vendrá Sam a cenar. Y antes de que digas nada, te ruego que te comportes o que al menos finjas que te agrada la visita.

Lisa enmudeció y se limito a sostener con desgana el vestido entre sus dedos deseando que su madre la dejara sola.

A la hora señalada, el timbre de la puerta sonó anunciando a la chica que su pesadilla había dado comienzo.

—Vamos cielo baja que te estamos esperando. — Solicito su madre con alegría.

Los pasos de Lisa se volvieron pesados, sentía que no era dueña de su cuerpo que nada ni nadie podría salvarla de su agobio. Se ahogaba y nadie se daba cuenta.

Cuando llego al salón su madre se encontraba en un costado de la mesa, se había puesto aquel vestido verde que tanto le gustaba a papa, ¿Por qué habría hecho algo así?
A su lado, se encontraba un hombre de mediana edad, de apariencia agradable y colocado frente a él de espaldas a la puerta, había alguien más ¿Quién era aquel muchacho?
Los pasos de Lisa frenaron en seco cuando reconoció aquel corte de pelo y esas incipientes orejas de soplillo. No podía ser cierto, no quería creer que fuera real. Sentado a la mesa se encontraba la razón de sus ganas de morir, el chico que día tras días la ultrajaba dándola motivos para desaparecer.

El chico se levanto y con una amplia sonrisa se dirigió hacia Lisa con la mano extendida en señal de saludo.

—Hola me llamo Iñigo. Tú debes ser Lisa—Afirmó confiado. Como si no supiera, como si no la conociera. —Creo que vamos a compartir familia. — Afirmo jocoso.

Lisa se tambaleo y a punto estuvo de desmayarse. Sentía una mezcla de terror y de una nueva emoción que emergía con fuerza arrasando todas las demás, una que solo él había sido capaz de crear con su abuso, el deseo de venganza.

—Hola Iñigo—respondió. —Mama no te muevas de la mesa yo traeré la cena. —Anuncio solicita mientras su madre observaba sorprendida la reacción de su hija que ya dirigía sus pasos con aplomo hacia la cocina.

Una vez allí, Lisa profirió un gran suspiro y agarro con fuerza un cuchillo acompañándolo de una sonrisa maléfica. Pero tenía que ser más lista, más discreta, en solo unos segundos fraguo su mezquino plan. No le tembló la mano al ver como el polvo matarratas se integraba entre las verdes hojas de la ensalada. Era consciente de que su madre no la comería porque la aborrecía desde niña. Ella pondría una escusa convincente para no tomarla y de este modo acabaría con la vida del infame y de su padre. —“Dos pájaros de un tiro”—pensó. Aun así, Lisa quiso asegurarse y vacio un bote entero de gotas oftalmológicas en la cerveza de sus dos enemigos, sabía que la mezcla, provocaría un infarto al corazón. Ese sería el perfecto final para rematar el doble envenenamiento.

La familia. Kelly Mordon.

Lisa regreso con seguridad al comedor sosteniendo la elaboración de su maldad. La coloco en el centro de la mesa y se sentó a observar el acto final que con sumo cuidado había preparado.

La primera parte del plan salió a pedir de boca, antes de comenzar a comer padre e hijo habían ingerido prácticamente la totalidad de la bebida de cebada y  como era de esperar su madre había rehusado a beberla. Tenía tantas ganas de reír de ahogar su júbilo que se levanto con una disculpa y se dirigió al baño para proferir a solas un pequeño aullido de victoria. Cuando regreso al salón descubrió horrorizada que su madre en un acto de amor y compañerismo había decidido probar la ensalada.

Su corazón se contrajo  y de sus ojos brotaron chorros de impotencia.

—Que has hecho mama—Grito desesperada mientras veía horrorizada como su madre caía al suelo y el resto de los comensales comenzaban a vomitar un líquido viscoso preludio de su inminente viaje mortal. —Mama no, mama ¿Por qué has comido?, ¿Por qué?—Clamó impotente sujetando la cabeza de su madre mientras esta, en un acto desesperado, desgarraba el vestido rojo de su hija tratando de aferrarse a la vida.

Lisa contempló de rodillas como su madre abandonaba el mundo en un suspiro, el cuadro dantesco que se mostraba entre las cuatro paredes dibujaba con crudeza un lienzo que ella misma había pintado. Derrotada, observó al muchacho retorcido en un gesto de dolor, tenia los ojos abiertos repletos de muerte y sintió una mezcla de satisfacción y alivio.
A su lado, el padre que aún agonizaba se preguntaba el porque entre arcadas..

La muchacha se levanto temblorosa y se dirigió hacia el progenitor del monstruo. — ¿Quieres saber por qué? ¿En serio quieres saber por qué vas a morir?  Agonizas como un perro porque tu hijo abuso de mi, ¿Entiendes papaíto?—Lisa alargo esta última palabra. —Tu querido hijito, tú amado y adorado Iñigo me violo, me ultrajo, me pego y me regalo unas enormes ganas de matar. —Vocifero, pensando que así su dolor desaparecería. El hombre levanto la mirada y  susurro una sola palabra antes de morir.—Tomy.

La chica enmudeció mientras en su mente retorcida retumbaba una y otra vez la última palabra del fallecido. Tomy, Tomy. ¿Que querría decir?

El timbre de la puerta sonó insistente. Lisa se levanto navegando en un mar de muerte dispuesta a entregarse a la policía. Al menos descansaría tranquila pensando que aquel ser aberrante ya no la haría más daño. Pero al abrir la puerta, el peor de sus temores tomo forma en un ser humano. Frente a ella, se encontraba el muchacho, sonriente, sereno, dispuesto a someterla de nuevo al peor de los horrores.

Entre gritos de locura y risas de demencia Lisa alcanzo a escuchar al joven que se disculpaba diciendo.

—Buenas noches soy Tomy, lamento la tardanza. Mi padre y mi gemelo ya deben haber llegado. Por cierto… ¿Te conozco de algo?

Kelly Mordon autora del libro más leído.
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