Relatos cortos de terror. Nº1 "El convento" · El libro más leido

Relatos cortos de terror. Nº1 "El convento"

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(2) 21/01/2014 12:06h

El Convento.

La puerta de acceso crujió a su paso. Por un breve instante, la oscuridad de la noche se dejo entrever a través del pesado portón en el interior de la taberna.

Un grupo de jóvenes, ataviados con capas de época y hermosos vestidos de fiesta accedieron a su interior.

Ateridos por el frio, los muchachos se lanzaron al calor de una chimenea que además de abrigo servía como única iluminación del lugar.

Mientras calentaban sus manos al calor del hogar, se observaban los unos a los otros sin emitir palabra alguna mientras se culpaban con miradas cruzadas del despiste que les había conducido hasta ese inhóspito paraje.

 Tras una barra, un joven se afanaba en recoger el resultado de una noche de quereres y olvidos, mientras un cliente de avanzada edad, apuraba sus últimos tragos.

—Una noche de perros.  —Exclamó el anciano posando con suavidad el vaso sobre la mesa.

—Así es. —Afirmaron las chicas del grupo amablemente, mientras sus acompañantes masculinos hacían caso omiso al comentario.

 — En menuda cueva hemos ido a acabar, este sitio es una asquerosidad —. Afirmó uno de los muchachos mientras dejaba caer su pesada capa sobre un taburete.

—Sshhhh. — Silbo una de las chicas tratando de silenciar sus palabras

El anciano cliente se levanto pesadamente y dirigió sus pasos hacia el chico. —Al menos no habéis acabado en la vieja iglesia que se encuentra al final del camino —argumentó.

El muchacho mostrando cara de escepticismo le pregunto curioso. — ¿Por qué dices eso anciano?  ¿Es que acaso un grupo de monjitas nos va a atracar?

—No es mi intención alarmaros. — Señaló el hombre llamando de nuevo la atención del grupo. — Pero en el pueblo se comenta, que todo el que osa acercarse a ese lugar no regresa jamás.

Uno a uno, los componentes del grupo perdido se fueron apostando alrededor del viejo, para saciar la curiosidad  que sin querer, había comenzado a alimentar.

—Veréis —comenzó a relatar el extraño. —Se cuenta que hace mucho tiempo un grupo de monjas de clausura habitaba la iglesia. Una noche, los gritos estremecedores de una de ellas despertaron a la congregación, la monja estaba siendo atacada. Corrieron a socorrerla y al acceder al aposento descubrieron que estaba siendo poseída por un ser indescriptible, que al ser descubierto desapareció. Decidieron entonces  borrar para siempre de sus religiosas mentes ese fatídico día y no hablar con nadie de lo ocurrido, mientras observaban como el vientre de la hermana ultrajada crecía día a día.

Pasados nueve meses, una fría tarde de invierno los vecinos del pueblo escucharon chillidos de auxilio provenientes del convento. Armados con hachas y palos se acercaron hasta el lugar para auxiliar a las monjas. La imagen que se encontraron en el interior resultó estremecedora.

Sobre una mesa, tendida sobre un charco de sangre se encontraba una mujer con claros síntomas de haber dado a luz. La rodeaban sus compañeras, todas ellas estaban muertas. Al acercarse a los cuerpos, comprobaron que tenían en sus frentes un profundo agujero. No encontraron rastro alguno del bebe.

Los habitantes del pueblo decidieron enterrarlas en la misma iglesia y tapiar la puerta con la intención de que nadie pudiera acceder al lugar por su propia seguridad. Querían encerrar para siempre al causante de aquella atrocidad. Ese ser nacido del mal, que había extraído el alma de las religiosas a través de un agujero practicado en sus inmaculadas frentes.

—Jajajajjajaj.  — Una risotada se alzó entre el grupo de muchachos. —Que estupidez. — Afirmo con seguridad el insolente.

Un compañero que se encontraba a su lado, se levantó y sin pensarlo dos veces le propuso. —Si eres tan valiente, ¿por qué no te acercas allí?

—¿Eso queréis?—contestó. — Está bien, os voy a demostrar a todos que sois unos estúpidos —. El atrevido muchacho hecho por encima su capa y se coloco el sombrero de ala para dirigir sus pasos hacia el exterior.

—Un momento —le frenó su colega de apuestas. — ¿Y cómo sabremos que en realidad has estado allí?

El tabernero, que había escuchado toda la conversación, salió de la barra y extendiendo su mano le ofreció una navaja al tiempo que le indicaba.  —Tendrás que clavarla en la puerta de la iglesia. Esa será la prueba de que has estado allí, cuando regreses todos te acompañaremos a comprobarlo.

—Perfecto. —Expresó el muchacho con seguridad. —No os mováis de aquí miedicas en un rato regreso para reírme de todos vosotros.

El frio de la noche azotaba su cara y miles de cristalitos taponaban los poros expuestos de su piel. Cada paso que daba se hacía más pesado, le costaba alzar la mirada y no sabía si el frio de sus huesos se debía al temporal o al miedo que le estaba invadiendo en cada pisada. Los arboles se retorcían y acompañaban su soledad.

Entre la bruma de la noche, vislumbró los restos del convento. Pese al temor que le invadía realizó un último esfuerzo dirigiendo con rapidez sus pasos hacia el objetivo, los latidos de su corazón hermanaban su carrera. Con manos temblorosas clavo la navaja en el portón.

El silencio en la taberna se convirtió en el único cliente, las horas se hacían eternas y el muchacho no regresaba. Finalmente, atemorizados por el bienestar del imprudente decidieron salir en su busca.

A medida que el grupo se acercaba hacia el punto del reto, un chillido ahogado salió de la garganta de una de las chicas. Al lado del portón de la iglesia abandonada se encontraba el cuerpo inerte de su compañero.

— ¡Ha sido el demonio! —Gritó con terror la muchacha.

El cómplice de la terrible apuesta, se acerco temeroso al cadáver  y volviéndose hacia el grupo les reveló. —No hay demonios, ha sido el miedo quien lo ha matado.  Al hundir la navaja, un golpe de viento ha levantado una punta de su capa y se ha clavado en la puerta.  Él, no se ha percatado del hecho y al darse la vuelta para regresar, ha sentido un tirón que le ha provocado un ataque al corazón.

El anciano, se abrió paso entre el grupo y sentenció.

 — Entonces… ¿Cómo me podéis explicar el agujero que tiene en la frente?

Kelly Mordon. Relato terror numero 1
Kelly Mordon autora del libro del año.

El convento. - (c) - Kelly Mordon

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Comentarios (2)

niurka noguera

24/07/2014 00:27h

Ohh wow un ataque de corazón y un ollo en la cabeza que miedoso jajajajajajajaja

Kelly Mordon

28/08/2014 21:38h

Bueno... espero que al menos el susto ya se te haya pasado. Gracias por seguir mis relatos y espero que disfrues con el resto un abrazo.

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