Relatos cortos de terror. Nº4 "Inocente" · El libro más leido

Relatos cortos de terror. Nº4 "Inocente"

Anterior Siguiente
(2) 15/03/2014 18:05h

Inocente.

Lisa, retorció entre sus manos el gorro de lana regalo de su abuela.
La impotencia y la frustración que sentía por la injusta prohibición de no salir de casa, se reflejaban sobre la suave lana. Una vez más, su propósito de diversión se había malogrado por las órdenes de su madre. Estaba harta de que la tratase como una niña, apenas le quedaban cinco meses para cumplir la mayoría de edad y ese sería su momento, tomaría sus propias decisiones.

Pero esa noche no se iba a rendir, se escaparía como fuera de su carcelera. Tenía que acudir a casa de su mejor amiga; Jenny.
El anuncio de la celebración de su cumpleaños durante meses y la confirmación de que Lucas estaría allí, eran razones más que suficientes para no perderse la que prometía ser la fiesta del año.

Dió un pequeño respingo al escuchar como tras ella, se abria la puerta de la habitación y de reojo, observó que se trataba de su madre.

— ¿Sigues enfadada?—preguntó Catty apurada.

—Déjame en paz mama. —Replicó enfurecida.

—Escúchame Lisa, sabes lo peligroso que es salir a estas horas. No hay un alma por la calle y desafortunadamente, no puedo acercarte a casa de Jenny y mucho menos recogerte, ya sabes que tenemos el coche estropeado. Además, bastante tengo con tratar de encontrar a  alguien que nos lleve mañana al hospital a primera hora, tus hermanos tienen revisión. 

—Que si mama… Lo que tú digas. —Refunfuñó Lisa con desgana. —Siempre los gemelos, ellos siempre son lo primero. Ya lo sé, me queda claro.Desde que llegaron hace cinco años, mi vida se ha convertido en un infierno. Te has vuelto una paranoica y me mantienes encerrada todo el tiempo.  Pero, ¿sabes una cosa? No me importa, cuando cumpla los dieciocho  pienso hacer lo que me dé la gana y no me podrás imponer nada. —Advirtió Lisa, retirando la mirada de su madre para que no fuera participe del dolor que estaba sintiendo.

—Está bien, como tú quieras hija. —Contesto Catty. —Siento que pienses de ese modo pero no voy a cambiar de opinión por más que te alteres. Además, tu padre opina lo mismo que yo y  no vamos a arriesgar tu seguridad por nada del mundo, no voy a permitir que te expongas a una amenaza. Aunque no lo creas... Aún eres muy inocente. —Resolvió la madre dando por zanjada la conversación y saliendo del dormitorio.

Catty, cerró la puerta con cuidado para no alterar el sueño de los demás habitantes de la casa y Lisa escuchó como los pasos de su madre se alejaban por el pasillo.
Ese era el momento indicado para poner en marcha su ansiado plan de fuga.

Se quito los pantalones del pijama, dejando al descubierto unas medias tupidas que cubrió, bajando de su cintura una minifalda de pana roja que hasta ahora había mantenido arrugada alrededor de ella. La parte superior de su cuerpo la soluciono en apenas unos instantes, vistiéndola con una ajustada camiseta de licra que dejaba al descubierto su incipiente cambio de adolescente.

Recogió un pequeño bolso que había escondido con antelación bajo la almohada y se perfumo el cuello con aroma a vainilla, el favorito de Lucas. Después, tomó entre sus manos un par de manoletinas y se dispuso a huir agazapada entre las sombras.

Lo primero que hizo, fue asegurarse de que la puerta de sus padres permanecía cerrada, una vez realizada la comprobación, fue recorriendo de puntillas los escasos metros que la separaban de la salida. Pero antes de alcanzar su meta, sabía que se enfrentaba a la peor de las barreras. Una vieja y ajada escalera de madera, la separaba de su libertad.

Bajo los escalones con sumo cuidado y por una vez parecieron hermanarse con su intento de fuga, excepto el último de ellos que al pisarlo emitió un crujido que estuvo a punto de echar al traste todo su plan. Alzó la cabeza y rezó para no encontrarse frente a frente con el rostro de su madre asomando por el piso superior, pero no había nadie. Así que dio los últimos pasos que la conducían  hacia la salida.
Entonces, algo rozo sus piernas justo en el momento que asía el picaporte de la puerta. Tuvo miedo de mirar hacia abajo y varias ideas le pasaron por la cabeza manteniéndola inmóvil durante unos segundos, hasta que decidió fijar la mirada en el enigma que se escondía a sus pies.

Sshhhhh Misi. —Rogó a la gatita que se restregaba cariñosamente entre sus piernas. —Vas a estropearlo todo, deja de ronronear.

Repentinamente, un ruido metálico que provenía de la cocina llamo su atención, algo se había caído al suelo y rebotaba contra el.

—No puede ser Dios mío, que mala suerte tengo, se van a despertar a todos —pensó. —Pero de nuevo nadie hizo acto de presencia. Por lo que decidió completar su misión y salir, mientras observaba como la curiosa Misi dirigia sus pasos hacia la cocina.

Dos manzanas la separaban de la casa de Jenny y aunque no quería ser consciente, el miedo y la soledad no resultaban ser los mejores compañeros de camino. De pronto, unos cubos de basura que se encontraban situados en la acera de enfrente cayeron al suelo estrepitosamente. Tras ellos agazapado entre las sombras, un hombre buscaba restos de comida.
Lisa aligero el paso al verlo, pero los ojos del vagabundo se clavaron en su frágil figura.

—¿Dónde vas tan solita preciosa? —Pregunto el desconocido con claros síntomas de haber bebido.

Lisa trago saliva y su corazón comenzó a palpitar con fuerza, mientras veía como el extraño se posicionaba tras ella siguiendo sus pasos. Los ojos de la muchacha se llenaron de lágrimas y un reguero incontrolado se mezclo con el rímel de sus pestañas ramificando pequeños hilos negros por todo su rostro.

Sus pasos se volvieron largos y temblorosos, pero cuanto más trataba de alejarse de la amenaza más cerca sentía el aliento pestilente de su acosador. Estaba aterrorizada y entonces, recordó las palabras de su madre, estaba segura de que sería atacada en medio de la nada, el peligro del que tanto la había adviertido era real y se enfrentaba al peor de ellos, a ese que nadie debería enfrentarse jamás, al de la pérdida de su inocencia a manos de un desconocido.

Recordó a los gemelos, sus juegos y sus risas burlonas, visualizo a su madre preparando la comida y a su padre haciendo muecas tras ella que luego retiraba al verse descubierto, incluso pensó en la pequeña Misi.
Esa era su realidad, era su vida, su familia y sintió el deseo de regresar a la seguridad de su hogar con los suyos.

Entonces corrió, corrió con todas sus fuerzas, sus delgadas piernas mostraban a través de las finas medias los músculos en tensión y cuando estaba apunto de girar una esquina que la conducia a su casa, escuchó al borracho. —No corras muchacha solo quería un cigarrito no es para tanto. Después vió como se tiraba sobre unos cubos dispuesto a continuar su búsqueda indigente.

Le faltaba el aliento, los pulmones no admitían mas oxigeno pero no podía parar de correr, nunca más lo haría, jamás volvería a salir sin el permiso de sus padres, que tonta y orgullosa había sido. Que arrepentida estaba.

De pronto vió unas luces rojas iluminando a intervalos la oscuridad de la noche. Mientras se acercaba hacia su casa trató de averiguar de que se trataba. El destello provenía de las sirenas de cuatro patrullas de la policía que rodeaban su hogar. No podía creerlo. Sus padres habian dado la voz de alarma al percatarse de su huida. Le caería una buena bronca a su llegada,  todo el cuerpo de policía parecía estar buscándola.
—Por amor de Dios, no es para tanto. — pensó.

Intentó preparar mentalmente varias escusas en el poco tiempo del que disponía hasta enfrentarse a todos ellos. Cruzo el umbral de la puerta y pudo ver como dos agentes tomaban notas en el salón de espaldas a ella, así que optó por subir las escaleras, para tratar de aclarar previamente todo con su madre antes de ser devorada por los reproches de los demás.
Era extraño había un silencio inusual en la casa, Lisa esperaba que como de costumbre su madre estuviera gritando improperios. Pero esta vez era distinta,  esta vez no escuchó nada, solo los pitidos de las emisoras de los agentes se mezclaban con sus propios latidos.
Lisa abrió la puerta del dormitorio. Entornó ligeramente los ojos, pensando que de este modo contendria los gritos de su madre. Entonces los vió.
Los cuerpos mutilados de sus padres yacían sobre la cama, un gran charco de sangre bajo ellos amenazaba con derramarse salpicando las blancas paredes del dormitorio.
Entre la confusión, pensó en la seguridad de sus hermanos y quiso salir corriendo al dormitorio para socorrerlos, pero el cabello de uno de ellos asomando entre las sabanas revelo la realidad, su madre en un último intento maternal, había tratado de protegerlos con su propio cuerpo, pero no sirvió para nada, las cuchilladas habian traspasado la delicada barrera maternal hasta alcanzarlos, todos ellos habían sido asesinados. Todos menos ella.
Lisa sintió nauseas, le faltaba el aire y comenzó a tambalearse. En ese preciso instante, un agente la tomó por un brazo mientras escuchaba como le recriminaba a su compañero, el despiste por dejarla acceder al escenario de un crimen.

El paseo hacia la ambulancia marcó su vida para siempre al descubrir, que en el quicio de la puerta de la cocina yacia su pequeña Misi junto al misterio que había escuchado horas antes.
La brillante hoja de un cuchillo que ahora estaba lleno de sangre.
Que inocente había sido.....

Inocente. Kelly Mordon
Kelly Mordon autora del libro más leído.

Inocente. - (c) - Kelly Mordon

Anterior Siguiente
Actualidad, Escritores, Kelly Mordon, Relatos cortos de terror., Variedades

Comentarios (2)

kiara

16/03/2014 12:05h

Una vez mas me quedo sorprendida por las grandes historias que eres capaz de escribir sorprendente Me encanta este relato y me quedo con ganas de leer mas deseando que llegue la próxima semana para leer el próximo gracias kelly mordon por dar un poco de entretenimiento cuando mas se necesita a sido un placer leer todos tus relatos.

Kelly Mordon

16/03/2014 12:22h

Gracias a ti por tus palabras Kiara es un placer escribir para gente como tú.

Haz un comentario

Todos los campos son obligatorios. Los comentarios serán revisados antes de su publicación. Su email sólo será utilizado para informarle del estado de su comentario, en ningún caso será publicado ni proporcionado a terceros.

Escriba la palabra de la imagen en el cajetín situado junto a la imagen.

"Con el fin de optimizar el rendimiento analítico, le informamos que esta web utiliza cookies, kellymordon.com hace un uso completamente responsable y nada intrusivo de las cookies. Ud. al darle al aceptar o continuar, acepta nuestra Política de cookies"

Aceptar - Ver Política de cookies