Relatos cortos de terror. Nº8 "¿Quién eres?" · El libro más leido

Relatos cortos de terror. Nº8 "¿Quién eres?"

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(0) 28/05/2014 17:01h

¿Quien eres?

 
No era consciente de la hora que marcaba el reloj en esos instantes. Tan solo su pulso, como si se tratase de un indicador automático la alertó de que era la hora de levantarse.  Aun sentía el cuerpo acorchado y notaba pequeñas sensaciones de hormigueo que recorrían sus muslos. En un acto reflejo se los observó durante unos instantes.

—No puedo continuar así. —Pensó Paula. —Tengo que superar de una maldita vez lo que me sucedió.  El bello que exhibían sus piernas sin depilar, dejaba en evidencia la necesidad de reponerse obligatoriamente.

Se desperezó y miró a su alrededor, la habitación estaba en penumbra.

Paula se estremeció al pensar que llevaba demasiado tiempo encerrada entre esas cuatro paredes. Desde su violación no había vuelto a ser la misma. ¿Cómo podía superar algo así?  Se culpaba, esa era una realidad. Quizás el problema radicaba en su soledad. Pero… ¿Por qué la eligió?

En Houston vivían cientos… millones de mujeres solitarias. ¿Por qué precisamente tuvo que escogerla a ella?

Le dolía recordar, pero las escenas de aquellos días se repetían en su mente atormentada una y otra vez.

Aún le parecía percibir el cabello humedecido por el sudor que le provocaba el pánico. Su respiración continuaba agitada por el terror y recordaba sin querer su fina piel enrojecida bajo un camisón rasgado. Había sido ultrajada y nadie era consciente de su dolor, de lo que había sufrido y de lo que estaba sufriendo.

Aquel fatídico día, había regresado pronto a casa. Los informativos advirtieron sobre la posibilidad de tormentas a partir de las 17. 00 horas de la tarde. Así que no lo dudo un instante y llamo a la encargada de la floristería excusándose con un terrible dolor de cabeza para cerrar el establecimiento antes de lo previsto.

No era su costumbre, pero ese día hizo un alto en la tienda de alimentación para comprar una buena botella de vino y junto al precioso ramo de Calas que alguien en un descuido o, al menos eso quiso pensar había dejado abandonado, se propuso pasar una fantástica velada a solas viendo su serie favorita. Y si fueras tú. Que ilusa…

— ¿Por qué yo? Se preguntó recordando el titulo de la serie. Un escalofrió recorrió su cuerpo evocando el aliento del individuo en su cara.

Desde aquel maldito día no había vuelto a mirarse al espejo. El simple hecho de verse reflejada en él le producía asco. Se sentía sucia, por dentro y por fuera. Su pelo se había convertido en una maraña enredada que crecía sin control. Estaba encerrada en sí misma y en ese cuarto.  Sepultada en vida, pero ¿a quién le importaba? Nadie la echaría de menos, la vida no había sido justa con ella.

Huérfana de nacimiento, sin novio y sin amigos, dedicaba la mayor parte de su tiempo atendiendo la floristería del barrio. Quizá porque eran los únicos instantes en los que tenía contacto con la gente. Pero ahora... todo estaba perdido, desde que le ocurrió la terrible tragedia no había regresado a su puesto de trabajo.

— ¿Quién ocuparía ahora su lugar?—Pensó tratando de evadirse.

Sus pies desnudos tocaron el frio suelo, respiro profundamente sintiendo el aire viciado del dormitorio. Paula no era consciente del tiempo que llevaba aislada allí. Miro hacia abajo y observó la camisola que llevaba puesta, en un costado de la cama estaban los pantalones. Lo intento…, Dios sabe que intento ponérselos millones de veces, pero era incapaz de sentir algo entre sus piernas, ni tan siquiera el roce de una tela.

Y entonces volvió a recordar.

Aquel ser asqueroso no se había conformado con violarla y marcharse. Como si del hombre de la casa se tratase, permaneció durante una semana invadiendo su espacio, observándola constantemente con sus viciosos ojos rojizos, mimetizándose con su dolor y con ella misma. Ya la había arrebatado todo, entonces. ¿Por qué no la dejaba en paz? Durante el tiempo que duro su calvario le rogo, le suplico que la dejara tranquila. Pero él se limitaba a examinarla en silencio, entrando una y otra vez en su intimidad ¿Qué más quería de ella?

Después sin más, un día desapareció.

—Se acabo. —Se ordeno a si misma. —Ya no más, no lo voy a permitir ni un solo día más.  Él no va a ganar, hoy no

Paula se acerco lentamente hacia el espejo, le daba terror enfrentarse a su despojo, pero ese era el primer paso que tendría que dar para superar aquello. No era culpable, de eso estaba segura. Había tardado mucho tiempo en entenderlo pero no permitiría que él continuara humillándola. Esta vez la batalla la ganaría ella.

Su imagen, se reflejó en el ajado y sucio espejo y sus labios se entreabrieron.

¿Quien eres? Kelly Mordon.

— ¿Quién eres?—Se escuchó pronunciar sin reconocer su propia voz.

Repentinamente el potente timbre de una alarma sonó sustrayéndola de sus pensamientos.

— ¡Vamos! Ya es la hora. Sal de una maldita vez. —Escuchó vociferar a su espalda.

—Es él —pensó Paula incapaz de girarse para ver a su interlocutor—ha vuelto para acabar conmigo.

—Déjame te lo ruego. —Grito en alto.

—Venga princesa, que no tengo toda la mañana. —Presionó el individuo en tono socarrón. — Y ponte los pantalones de una maldita vez, Jonathan. Tienes que salir al patio con el resto de los presos. Por más que te empeñes en parecer una niña desvalida y loca, nadie te va a salvar de una cadena perpetua.
Para tu información, te recuerdo que violaste y asesinaste sin compasión a una pobre muchacha llamada Paula Sanders.

Jonathan se giro con el pelo enmarañado y las pupilas enrojecidas. Observó detenidamente al agente de prisiones y preguntó.

— ¿Quién eres?.....

Kelly Mordon autora del libro más buscado.

¿Quien eres? - (c) - Kelly Mordon

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