Relatos cortos de terror. Nº7 "La soledad" · El libro más leido

Relatos cortos de terror. Nº7 "La soledad"

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(1) 12/05/2014 14:33h

La soledad.

Candy recibió con sorpresa la noticia de que había heredado una casa de campo a las afueras, propiedad de su tía abuela. Hasta ese momento no había sido conocedora de la existencia de la misma.

Después de la firma, tomó la decisión en un acto de rebeldía marital. Que su marido, el pequeño de la casa; su hijo Sam y ella, se trasladarían una temporada a la recién heredada morada.

Necesitaba arreglar sus diferencias con Peter, las cosas no fluían entre ellos como antes y esta sería la escusa perfecta para arreglar su matrimonio y la falta de comunicación entre ambos.

— ¿Falta mucho para llegar? —Pregunto Candy nerviosa mientras se giraba hacia el pequeño Sam que dormía plácidamente en el asiento trasero

—Espero que no. —Contesto Peter. —A este paso nos vamos a quedar tirados en medio de la nada. Este maldito camino no ha sido transitado desde hace mucho tiempo, nos vamos a quedar sin ruedas.

—Bueno…—dijo Candy. —Lo cierto es que la tía era un pelín rara, se había apartado por completo de la familia y no le gustaba que nadie la visitara. De ahí el venirse a este lugar tan inhóspito.

—La verdad, tengo que reconocer que en eso estoy de acuerdo con tu tía. A mí también me cuesta estar rodeado de gente. No sé…, pero tengo la necesidad de estar solo. —Apuntó Peter sin apartar la vista del camino de tierra.

Al final del sendero divisaron una vieja casa de piedra que parecía tener la intención de querer fundirse en una extraña armonía con la naturaleza.

— ¡Por fin! Ya hemos llegado. —Exclamo Candy, haciendo que el pequeño Sam abriera los ojos al escuchar la voz de su madre.

Unas ramas secas crujieron bajo los pies de Peter al bajar del coche

—Está claro que tu tía buscaba la soledad. —Comento mientras echaba un primer vistazo al exterior de la vieja casa.

En tan solo unas horas ya se habían acomodado en la nueva residencia y Candy se encontraba en la cocina dando de cenar a Sam.

Mientras Peter daba vueltas por la casa explorando cada rincón.

—Cariño, si me esperas un segundo término de dar de comer al niño y preparo algo para picar en el porche de la casa ¿te parece? —Preguntó Candy alegremente.

—No. —Sentencio Peter. — Prefiero estar solo.

La frase de su marido resulto ser como una puñalada para Candy. Varias lágrimas resbalaron por sus mejillas sin previo aviso. Pese a todos los intentos por mejorar su relación, Peter no se abría a ella y Candy había comenzado a odiar la dichosa frase. “Prefiero estar solo”. Algún día se cansaría de sus reproches y cumpliría su deseo marchándose para siempre con el niño. Entonces sí que les echaría de menos.

—Está bien —suspiro—como quieras. —Estaré arriba por si me necesitas o quieres hablar, voy a dormir a Sam.

Peter se giro sin mirarla, cogió una cerveza de la nevera y salió al exterior en silencio.

Los días se fueron sucediendo sin más. Ya había pasado una semana desde su llegada y la atmosfera que reinaba en la casa se hacía cada vez más cargante. La pareja se cruzaba por el pasillo y mientras ella trataba de entablar una conversación él se limitaba a decir que necesitaba estar solo.

El noveno día, mientras Peter se encontraba en la pequeña biblioteca de la casa ojeando un libro, sintió un chasquido bajo sus pies. Al fijarse más detenidamente, observo que un tablón del suelo se había levantado accionado un resorte que abría una habitación oculta en la pared.

Peter se acerco con cautela al misterio y se asomo, estaba muy oscuro pero gracias a la luz de la lámpara de la biblioteca descubrió que se trataba de un pequeño cubículo sin ventana con un banco de madera en su interior. Comenzó a palpar los lados de la pared pero no encontró ningún interruptor. Así que en un acto de curiosidad decidió adentrarse para investigar más a fondo colocando entre la abertura de la puerta un juguete que Sam había dejado abandonado minutos antes para ir en busca de otro divertimento.

El poco aire que se respiraba en el interior del cuartucho estaba viciado, el espacio era muy reducido y las paredes de piedra lo hacían aún más tétrico. Peter, descubrió que sobre el banco de madera carcomida había una toquilla. La cogió entre sus manos y la acerco hacia su cara. No había duda, la vieja excéntrica debía haber pasado muchos momentos en ese lugar.

Apenas tuvo tiempo de reaccionar, cuando se percato que unas pequeñas manitas retiraban el juguete que le condenaria a un encierro eterno.

Después…, silencio y oscuridad.

—Siento muchísimo que esto haya acabado así Candy. —Expuso Linda claramente abatida—Jamás pensé que mi propio hijo fuera capaz de una cosa semejante. Abandonaros a ti y a Sam… Aún no me lo puedo creer.

—Yo tampoco lo entiendo Linda. —Anotó Candy mientras cerraba la puerta de la casa. —Ya han pasado seis meses desde que desapareció y no ha dado señales de vida. Me queda claro que no quiere estar conmigo pero Sam… No sé, no me entra en la cabeza.

— ¿Y la casa? ¿Que vas a hacer con ella? —Preguntó curiosa su suegra.

—Demasiados recuerdos desagradables. La he puesto en venta y regreso con mis padres. No hace falta que te diga que podrás visitarnos cuando quieras. A Sam le encantara verte y por supuesto a mi también.

—Así lo haré.

Tres años después.

— ¿Cariño donde quieres que ponga esto?

—Déjalo en la biblioteca, cielo.

—Anda pero si tenemos biblioteca. No sabía que éramos tan importantes.

—Pero mira que eres tonto. jajajajaj

El hombre coloco la caja sobre la mesa de la biblioteca y un crujido bajo sus pies acciono un resorte que abrió una habitación hasta ahora desconocida. Cauteloso, se acerco hasta el misterio. La poca luz que emitía la bombilla situada en la biblioteca dejo entrever el horror que escondía la incógnita.

Tumbado sobre un banco había un esqueleto humano envuelto en una toquilla que señalaba una frase pintada con sangre en la pared. NO QUIERO ESTAR SOLO.
 

— ¡Cariño llama a la policía!

La soledad. Kelly Mordon.
Kelly Mordon autora del libro más leído.

La soledad. - (c) - Kelly Mordon

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Comentarios (1)

kiara

12/05/2014 22:09h

Historias como estas son las que te hacen valorar mas las cosas me a encantado esta historia sigue así kelly mordon

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